Riquianez es la montaña que se ve desde mi casa y al parecer se llama así porque es la contracción de Enrique Yánez, que fue el primer dueño de esos terrenos allá por el siglo XVI. Realmente, caminando habré ido dos o tres veces, así que un domingo cualquiera, mi padre, yo y Cody (el chucho) decidimos darnos una vuelta por allí (hay que decir que el que más insistió fue Cody).
En esta foto podemos ver la "cantonera", que para alguien como yo, no está nada mal explicar que es una especie de depósito hasta donde llega el agua procedente de las montañas, manantiales un otros depósitos situados a más altura y desde el que se distribuye hacia las fincas abriendo y cerrando el paso del agua.
Más atrás también podemos ver el estanque que, el día que nosotros fuimos, estaba totalmente seco. Pero antes de llegar aquí pasaron otras cosas.
![]() |
| Urb. Domingo Rivero |
A donde primero nos dirigimos fue a la Urbanización Domingo Rivero que es una urbanización que está sin urbanizar, es decir, sus carreteras están sin asfaltar y no recuerdo muy bien si había alguna farola.
La verdad es que siempre la he visto así y no se exactamente por qué nunca se han llegado a asfaltar estas calles. De lo que sí estoy casi seguro es de que estas personas tienen que pagar los impuestos correspondientes por sus casas.
En esta urbanización hay dos edificios que al parecer son unas antiguas granjas que en su momento funcionaron pero hoy en día se encuentran totalmente abandonadas.
Bueno, nuestro objetivo era subir a la montaña y como no vimos nada interesante por aquí, hicimos estas fotos y seguimos de largo.
![]() |
| Antiguas granjas |
Hace pocos años existía un camino que llevaba hasta la cima de la montaña de Riquianez subiendo por Domingo Rivero y la verdad es que lo estuvimos buscando, pero creo que hace mucho tiempo que nadie sube por aquí o nosotros somos muy malos buscando caminos así que nuestra decisión fue, después de mucho pensar, recapacitar y estudiar el terreno, subir por donde pudiéramos.
Y así nos fue, a Lito (mi padre) le costó menos que a mí, esa infancia transitando estos andurriales lo habían entrenado para este día, él iba delante, buscando y abriendo camino, sin dar un paso atrás o un mal paso, aferrándose a ramas, arbustos y piedras iba subiendo a paso constante.Detrás de él, Cody. Yo creo que Cody ya estaba acostumbrado, si tenía que saltar, saltaba; si tenía que pasar por debajo de ramas, atravesar enredaderas y pisar las pitas lo hacía sin ningún problema. Claro que es fue el que más insistió en venir hasta aquí así que tenía que justificarse.
Bueno y detrás iba yo, luchando entre poder tomar alguna foto y coger aliento (maldito tabaco).
Ese día llevaba las gomas lisas y tenía que haber puesto las de tacos duros porque me vi un par de veces en el suelo. Veía a mi padre allá arriba, el Cody tirando de mí, yo con una mano sujetaba la correa del perro y con la otra la cámara fotográfica, las gafas de sol se me iban cayendo del sudor y aquella montaña que desde allí me parecía más grande me hizo plantearme dos o tres veces decirle a mi padre: "Chacho, vamos pa bajo que por aquí no se puede subir" pero sí que se podía.
Ese día llevaba las gomas lisas y tenía que haber puesto las de tacos duros porque me vi un par de veces en el suelo. Veía a mi padre allá arriba, el Cody tirando de mí, yo con una mano sujetaba la correa del perro y con la otra la cámara fotográfica, las gafas de sol se me iban cayendo del sudor y aquella montaña que desde allí me parecía más grande me hizo plantearme dos o tres veces decirle a mi padre: "Chacho, vamos pa bajo que por aquí no se puede subir" pero sí que se podía.
Al fin y con mucho esfuerzo logramos llegar a la cima y claro, había que celebrarlo, así que me encendí un cigarro... para coger aire.
Arriba estaba tal y como lo recordaba, pero más seco. El estanque estaba totalmente seco aunque la cantonera sí que tenía un poco de agua.
Y aquí está la prueba de que llegamos hasta arriba. Cody con la lengua afuera y más contento que unas pascuas. Mi padre fumándose un puro (no sé si en algún momento durante la subida dejó de fumarlo). Y yo con la esperanza de que a partir de ahora todo fuera cuesta abajo.
Parece que nuestra mano ha llegado a todos los lugares de esta isla. Esto fue lo que nos encontramos.
Será que el mismo dueño de este encantador lugar es el dueño de esta porquería, dije yo. Y seguimos de vuelta a casa... a casa o a la panadería, que teníamos que tomarnos algo para calmar la sed ¡y no íbamos a beber agua! teníamos que tomarnos unas cervecitas.
Y cuando llegamos a la panadería todos contentos, con la satisfacción haber conseguido este gran reto; de haber contribuido con esta caminata a ayudar a nuestra dieta de adelgazamiento para bajar unos gramos y recuperarlos luego; de saber que era domingo y podíamos dormir la siesta y que después de la siesta, con un poquito de suerte podríamos ver el partido del Barça. Vaya, todo unos deportistas.
Hasta el próximo capítulo.











